"Pero no exageremos, es ese el problema: estoy aquí y acepto todas las premisas con la condición de seguir vivo"
Los testimonios novelados, de mayor o menor calidad literaria, siempre suelen obtener el favor del público. Damos por hecho y es, por otra parte normal, que nadie puede describir mejor un acontecimiento que la persona que lo ha experimentado. Conocemos el devenir de los protagonistas en primera persona olvidándonos de las eventuales tretas y de las malas artes literarias que aderezan e intensifican el efecto o el sentimentalismo azucarado que obliga como sea al lector a empatizar con el personaje y con la historia. En este tipo de libros, crítica y público suelen divergir.
Imre Kertész estuvo en varios campos de concentración, escribió su soberbio Sin destino en forma de novela-testimonio pero si algún lector espera sentimentalismos o pasajes que provoquen la lágrima fácil será mejor que deje este libro a un lado. Por su honestidad y "por una escritura que ratifica la fragilidad del individuo frente a la bárbara arbitrariedad de la historia" fue galardonado con el premio Nobel de Literatura en el 2002.
La novela semiautobiográfica narra la experiencia de Gyuri, un joven judío húngaro de quince años que no tiene del todo presente su etnicidad o las consecuencias que esta le puede acarrear. La novela abre con la deportación del padre de Gyuri a un campo de concentración y con la atmósfera que tal noticia crea en el hogar:. Al día siguiente el patriarca de la familia abandonará el barrio hacia un destino indeterminado. Poco después Gyuri, junto a otros jóvenes, recibirá documentación que le permitirá trabajar fuera del gueto judío en el que vive. Dirigiéndose al trabajo junto a sus compañeros su autobús será interceptado por la policía y todos los ocupantes enviados a Auschwitz, que será el primero de tres campos de concentración por el que pasará el protagonista.
Lo que sigue lo podemos imaginar, las descripciones del trato vejatorio de oficiales a los presos, las precarias condiciones y la escasez de alimentos. Un episodio escalofriante se produce con la llegada de Gyuri a Auschwitz en el que pasará un reconocimiento médico. Gyuri no comprenderá y tardará en conocer las verdaderas intenciones y las razones ocultas detrás de los campos de concentración sin que su carácter alegre se vea empañado en un principio por lo que ocurre a su alrededor. Dejará que le corten el pelo sin que su inocencia le deje adivinar la razón. El médico le dará el visto bueno pero irá observando y atando cabos, reparará en que no vuelve a ver a los presos que no pasan el reconocimiento y percibirá un extraño olor procedente de las chimeneas durante la noche. Pasará por más campos de concentración, por Buchenbald y Zeist y hará frente a la enfermedad y al hambre sin saber muy bien lo que el destino le depara.
Algo que llama poderosamente la atención es la frialdad o quizás distanciamento con el que el autor relata los hechos, de este modo incentiva la sensación de lo inmediato, de lo presente, de la supervivencia día a día, poco importa más que el plato de sopa que está por llegar o un mendrugo de pan que llevarse a la boca, la vista y el pensamiento siempre puestos en el presente, el destino no se extiende más allá del momento en que habita y Gyuri aprende a aceptar su destino, su presente.
El final es la parte más impactante del libro, lo sabemos de antemano al ser un testimonio, Gyuri
vuelve a casa y tendrá que enfrentarse a la conciencia social, a los prejuicios e ideas preconcebidas y a su propia situación personal: todo habrá cambiado después de poco más de un año recluido.
vuelve a casa y tendrá que enfrentarse a la conciencia social, a los prejuicios e ideas preconcebidas y a su propia situación personal: todo habrá cambiado después de poco más de un año recluido.
Reitero y retomo para ello el primer párrafo de la reseña. No es una novela llena de emociones ni apta para todos los lectores; es cruda, seca, directa, sin adornos ni recreaciones en lo dramático. Parece tener la intención de ser un testimonio fehaciente a la realidad tal cual. Relata en un principio el desconocimiento absoluto de la situación que se va encauzando en una aceptación gradual para pasar a mostrar como el protagonista va agudizando su instinto de supervivencia. Me ha parecido una obra muy interesante, no tanto por lo que relata, ya conocemos historias similares sino por cómo lo relata y creo que es esto último lo que eleva el valor artístico de la novela.